viernes, 22 de febrero de 2013

Así es...

Si se pasaran más tiempo diciendo lo que quieren realmente y menos tiempo esperando que uno lo descifre...
Putísimo siglo XXI ¿en qué convertiste a nuestras mujeres? si les pagás la cena sos un machista, si dejás que garpen no sos un caballero. Como si quisieran un caballero de todas formas, como si yo quisiera una dama post-moderna de todas formas. Ignoresé esto. Ignoresé todo, que nada tiene relevancia cuando se tiene las bolas por el suelo. No las entendemos porque ustedes no quieren que así sea.

sábado, 16 de febrero de 2013

¿Resaca? No, gracias.


Como balas, pequeñas cuentas de sol que se filtran sin piedad por la persiana acribillan mis ojos. Es domingo y no sé qué hora es. Manoteo algo en la mesa de luz desde la cama, aun con los ojos cerrados a la fuerza y en vano, no me despertó ningún despertador, tampoco es que tenga uno. Huelo muy mal, a vino en tetra, a litros de cerveza, a sudor de tipos que hicieron pogo.
Tengo el ojo algo hinchado ¡¿qué mierda?! tremendo sopapo me comí y apenas me acuerdo, por eso dolía tanto despertar. Se quien lo hiso, pero no sus motivos… andá a saber, seguro lo insulté, el devolvió el insulto y yo di el primer golpe; directo a la mandíbula. Puedo recordar como el y su barba retrocedían como respuesta, fue un buen golpe, pero no lo suficiente fuerte. El suyo fue descarado, atacó mi ojo de costado mientras yo hablaba con su prima, una chica nada linda, pero chica en fin, tampoco es que el abanico sea tan extenso en recitales de heavy metal; ya se había pasado la barrera de las 4 am, a eso se le suma mi ebriedad. En fin, su puño se incrustó en mi sien y en parte de mi ojo, de forma descarada como ya dije, desde el costado y sin que yo pudiera esperarlo, me tumbó, me levanté y nos trenzamos, un golpe a la vez. Llegaron los dos policías que estaban en la entrada y nos sacaron a palazos. Afuera volvimos a agarrarnos y los policías volvieron a surtirnos con sus palos para separarnos. Ambos nos fuimos rengueando, el por su lado y yo por el mío. Ahora ¿cómo llegué? Solo los árboles que me vieron pasar lo deben saber, aunque escuché por ahí que los árboles ignoran a los borrachos.  



miércoles, 13 de febrero de 2013

Solo con mi erección


Chica de la calle
me dejaste masticando al viento
solo con mi erección
yo te dejé mis huellas dactilares
en tu blusa y en el pantalón
también en tu abdomen y en tu espalda
en tu cara que es tan linda y blanca
yo que soy el vómito en el baño
de una estación de servicio en medio del campo
me di el gusto de sentirte suave y frágil.

Dejame que llegue más lejos
no me voy a arrepentir, sé que no
ni vos, o eso creo
no busco arruinarte la vida
pero no me molestaría si arruinaras la mía
estoy cuando y como te plazca
ahora que probé lo dulce de tu saliva
y lo agrio de un “nos vemos” vagante
en el que tu boca cambia de temperatura
del vehemente calor en los besos furtivos
a la escarcha de los que me despidieron.

martes, 5 de febrero de 2013

El pulpo


Yo estaba en una playa desnudo y parado frente a el, un pulpo de 15 metros, o más.

-¡BICHO DE MIERDA!- grité y corrí hacia el con el facón.

Corté una y otra vez, esquivando tentáculos y adentrando mi mano izquierda, que estaba desocupada en sus tripas viscosas y sacando con ella lo que alcanzara a agarrar desde su interior.
Logró tomarme con uno de sus tentáculos gigantes, como el, pero lo corté y volví a encarar. Esta vez con cortes más amplios y profundos, al fin pude abrirle un hueco que me permitiera entrar. Una vez adentro, di mil pincelazos con el filo del arma y sentí al bicho caerse sobre mí, muerto, bien muerto.

Luego desperté y Maradona me saludó sentado a los pies de mi cama.

-Hola pibe ¿ya mataste al pulpo?-

Y entre charla, accedió a contarme con detalles el gol a los ingleses, el gol más lindo de la historia de los mundiales.
Pero volví a despertar y en mi cuarto no había más que mi fiebre y yo postrados sobre la cama.

lunes, 4 de febrero de 2013

A comerse la cabeza




No me hablés de paz interna si no conocés el hambre
no me hablés de conciencia si no conocés el hambre.

Poco importa el amor, el orden, el odio o la paz
si el estómago vacío cruje y se retuerce
si la nada dentro de el se hace el todo en la cabeza
si se come nuestros nervio y neuronas
y todo poderoso, nos vuelve poco más que muertos.

¿Cuántos comerían del sueldo de un funcionario?
¿De las divisas de un empresario?
Un 2% tiene el todo entre todos
e invitar a almorzar al mundo
costaría menos de la mitad de eso, mucho menos
así que no me hablés de conciencia si no conocés el hambre.