lunes, 4 de febrero de 2013

A comerse la cabeza




No me hablés de paz interna si no conocés el hambre
no me hablés de conciencia si no conocés el hambre.

Poco importa el amor, el orden, el odio o la paz
si el estómago vacío cruje y se retuerce
si la nada dentro de el se hace el todo en la cabeza
si se come nuestros nervio y neuronas
y todo poderoso, nos vuelve poco más que muertos.

¿Cuántos comerían del sueldo de un funcionario?
¿De las divisas de un empresario?
Un 2% tiene el todo entre todos
e invitar a almorzar al mundo
costaría menos de la mitad de eso, mucho menos
así que no me hablés de conciencia si no conocés el hambre.

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