lunes, 31 de diciembre de 2012

Mañana me vuelvo a casa




Lo barato no suele tener el mejor sabor
pero vos eras la excepción
a esa y a tantas otras reglas.

Una simple rockerita de barrio
la muerte para cualquier idealista burdo
y enamoradizo, como yo en mi adolescencia.

¿Dónde quedó el rock and roll, nena?
¿Dónde quedaron el sexo y las drogas?

Puede que en tu nuevo escote
o en tu departamento de tres mil pesos al mes,
entre la ropa de alta costura
la cual no escapa a las leyes de la gravedad
cuando en el cuarto el aire quema y se torna denso.

Eras la sombra de la depresión
y ahora andás moviendo el ojete entre oficinas
de tipos de traje y portafolio
nena, vos eras el odio
y hoy no sos más
que una secretaria sonriente y putona.

Escribo esto desde la comodidad de tu cama
y me termino de convencer
Córdoba es el placard más grande para todos tus muertos
no es un escape, sino una alfombra
bajo la cual descansan toneladas de cosas que nadie sabe de vos
suciedad que pudo al fin abandonar tu conciencia
como si a los pecados los perdonara la gente
y no uno mismo, que mal, muy mal.

Aun así, es bueno ver que bajo tanta capa gris
seguís siendo un buen polvo
pero este glamour no es para mi
aparte, no es que desconfíe, pero con vos…
la esperanza es lo primero que se pierde.

domingo, 30 de diciembre de 2012

El gran gallo negro


La noche
No acostumbro a manejar ebrio, pero esa vez no tenía opción, ya estaba ebrio y ya estaba manejando, había una luz intermitente en mi sien y pelusas en mis bolsillos, el alcohol nunca fue gratis mientras viví en este mundo.  De alguna forma me tenía que volver a casa y mis amigos estaban iguales o peor, así que tuve que dejarlos en sus casas y pasar a la mía en el peor de los estados.

La ocasión y la junta; el cumpleaños de Miguel, un pibe que ya no es mi amigo, pero me saluda cuando me ve por ahí. Cumplía 25, era miércoles y Clemente bar estaba abierto casi solo para nosotros  (Miguel, dos amigos más y yo), un par de pibes que jugaban al pool en una de las mesas, una parejita que apretaba en un rincón al son del rock nacional que ahí pasan y un par de pibas que andaban de la mano, se sentaron una frente a la otra y conversaron mientras se tomaban su cerveza y se daban un par de truchazos cada tanto, algo que me pareció muy bueno y hasta dulce.    

El invierno estaba a la orden del día, de la noche mejor dicho y nos acompañaba desde hacía ya unos tres días con temperaturas menores a los cinco grados, yo estaba bien abrigado, todos lo estábamos, no había sexo en el ambiente, ni por cerca, solo amigos conversando y gente haciendo lo suyo de fondo. No tomamos más que cerveza, a pesar del frío, unas seis o siete, y cuando la última gota se borró de los vasos comenzamos a pararnos; antes de irnos desfilamos al baño en grupo, y desde la barra el dueño del local, “Walter” si mal no recuerdo, parecía haber notado que era el cumpleaños de uno de nosotros, alzó la voz y nos dijo:

-Muchachos ¿De quién es el cumpleaños?
-Mío- Dijo Miguel, mientras todos lo mirábamos en sincronía.
-Bueno, vayan “tranqui” a vaciar los tanques al baño, que cuando vuelvan la casa invita una birra.
-¡Gracias señor, ya volvemos!- respondió Miguel otra vez en nombre de todo el grupo y seguimos nuestra marcha a los baños.

Volvimos y efectivamente, en la barra nos esperaba Walter con una cerveza cerrada, que comenzó a abrir cuando nos terminamos de acomodar sobre la barra. A un costado estaban una mujer de edad, bastante atractiva (escotada, y su figura bien conservada le permitía llevar unos pantalones de cuero negros como la noche) y una piba que no pasaba los veinticinco años, también bonita, ambas hacían caja, movían sus trastes, contaban cosas, contaban guita y parecían apuradas, entendible para un ya jueves a las 5:40 am.

-Yo no les voy a servir- Dijo Walter -traigan sus vasos y sírvanse ustedes.-

Así que nos levantamos y volvimos a nuestros lugares antiguos por nuestros vasos, los levantamos y volvimos a la barra. Tomamos la cerveza y pagamos una más, las chicas de la caja parecían odiarnos, intenté calmar las aguas.

-¿Tienen en qué volver chicas?- Pregunté con ciertos problemas de modulación.

Solo silencio acompañó mi pregunta, que en tono de borracho y ya sin música en el lugar había sido escuchada con total claridad. Bueno, básicamente, eso fue lo más cerca que me sentiría de una fémina esa noche, luego comenzamos a hacer fondo blanco de la última cerveza para terminar rápido. Salimos del lugar y el aire fresco en mi cara fue como una piña de campeón, la muerte de la noche para mi. Me senté en mi auto y dormí los dos minutos que tardaron los pibes en salir, entre otro viaje al baño y la despedida con el gentil dueño del lugar. Me desperté y empecé a manejar en un mar de colores inestables, de calles que se ensanchaban y retraían a medida que avanzaban, de baches sin tapar y badenes que no avisan su llegada.

La vuelta
Logré dejar a todos mis amigos en sus respectivas casas. Y camino a la mía pensaba: “Vamos, no es la primera vez, siempre fue una mierda hacerlo, pero no es la primera vez”. Bajaba por Rivadavia, no recuerdo a qué altura, y tuve que parar el auto, bajarme y vomitar, toda la mierda afuera, una señora andaba caminando por ahí.

-No puede estar manejando así de borracho- Dijo la vieja ortiva, anciana cliché, canas ruludas, lentes con marcos más gruesos que sus brazos y más arrugas que ganas.
-Usted no puede estar despierta a esta hora caminando por la calle- Respondí con bronca de indio.

Me subí a mi auto de nuevo, ya más fresco, no del todo, pero al menos ya no sentía malestar, ni esa luz en mi sien, solo ebriedad. Pasé Rivadavia, pasé el Galpón de la vieja estación, pasé los barrios que le siguen y mientras doblaba para incorporarme a San Nicolás de Bari, avenida que me lleva a casa por lo general, en el retrovisor vi un gallo negro enorme y autos que le pasaban cerca, asustándolo un poco, pero no logrando que se moviera de la senda. Frené el auto y el plan era pensar un poco en lo que estaba a punto de hacer y actuar, pero olvidé el plan y solo me bajé. Encaré a ese gallo y el hizo de todo el asunto algo totalmente personal, debido a los fallidos intentos de agarrarlo por mi parte, bicho del orto era escurridizo, al punto de que me terminaría frustrando, al punto de tirarme de un salto sobre el para poder agarrarlo. Casi al instante, una voz en pos de grito cubrió todo el lugar.

-¡PENDEJO DE MIERDA! ¡Me querés robar el animal!- Era un viejo, también cliché. Esta experiencia me ayudaría a tener más cuidado durante lo que quede de mi vida con la gente cliché.
-¿Qué? No señor, todo lo contrario, su gallo estaba en medio de la avenida y ya comienzan a circular los autos, por eso bajé de mi auto, para ayudarlo a llegar a la vereda.- Respondí modulando como convicto.
-No te vengas a hace el pelotudo, pendejo borracho ¡Largá ese gallo en ese mismo lugar!- Logró su cometido, yo largué el gallo de nuevo en medio de la calle, me di vuelta y comencé a caminar a mi auto.
-¡Perdételo por el orto viejo conchudo!- Grité mientras apuraba mi paso, algo en mi me decía que alguien que tuviese un gallo en la ciudad no tendría drama de tener una escopeta o algo por el estilo dentro de su casa, así que apuré aún más mi paso cuando vi al viejo meterse sagazmente.

Efectivamente, sacó un arma vieja que vi desde lejos y no hubiese podido reconocer aun viéndola de cerca, no sé casi nada de armas, solo que tal vez en un par de años más sean tan necesarias como la paz mundial o el amor. La cuestión es que el viejo vigilaba mi andar de vuelta al coche y no decía nada, luego, de forma trágica, una Hilux gris, inmensa como suelen ser las Hilux, lograría coincidir el trayecto de su rueda delantera derecha con la posición del pobre gallito, que fue reducido a un manojo de plumas que se desprendían a medida que las ruedas de la camioneta giraban, también se había convertido en el decorado de ese sector de la avenida y por último, en la torcida a mi favor en el pulso que había comenzado sin querer con ese viejo choto, pero no celebré esa victoria, solo sentí algo de bronca para con el viejo, yo podría haber salvado a ese gallo, el viejo, quebraría en llanto silencioso y se guardaría en su casa, no sé si para buscar los elementos necesarios para limpiar la calle o para escapar de la irónica risa del tiempo que fluye en espacio.

Volví a casa disgustado, cruzando los dedos, pidiendo al aire que pasen rápido los años y que esa generación de gente de mierda termine de fenecer, un consuelo me diría que no pasarían mucho más de diez años antes de que esto ocurra, limpiandosé así La Rioja de los que ya no tienen cura y creen saberlo todo, para barajar y dar de nuevo, un lugar mejor para los gallos.




sábado, 29 de diciembre de 2012

Una noche en Guernika


De anoche recuerdo palabras sueltas
palabras salidas de la boca de una mina
la chica tenía novio y me hablaba
y me miraba y me sonreía
se sentía bien estar ahí
no podía dejar de verle las tetas
creo que por eso ella sonreía
estaba tan ebrio que no podía fingir
preferí no hacerlo y hasta la advertí
“perdón si no puedo dejar de verte las tetas, pero no pares de hablarme”
a ella no le molestó, soltó una carcajada.

Me habló un poco de su novio “Esteban”
y de lo bueno que era, no desconfiaba, era atento
a ella le aburría
generaba en ella deseos sucios y lujuria
pero proyectados hacia otras personas
necesitaba escaparse al menos una vez al mes al infierno
¿Pero a mi qué me iba a importar?
ni anoté la chapa del camión
yo solo quería cogérmela
me invadía la soledad de tres meses 
sin el calor de una buena cintura de mujer.

Ella parecía querer, pero no me la iba a hacer fácil
a las personas comunes nos cuesta un poco más
conseguir la poca gloria que los dioses nos dejaron a los mortales
si fuese el cantante de alguna bandita
o alguien más inteligente
su ropa interior hubiese estado en mi cabeza mucho antes
mientras yo me sumergía entre sus piernas.

Pienso mucho en lo ebrio que estoy
¿Se me va a parar?
mierda, tengo 18 años ¿como podría fallar?
ya lo hice borracho o bastante borracho antes
lo suficiente como para no disfrutarlo
o como para tener que terminar gastando más de 15 mangos en una puta pastilla
y nunca falló
"soy joven, viril y borracho"

De hecho, así me había presentado ante esta chica
igual, ella todavía tenía su ropa puesta
mis amigos andaban por ahí
es más, todavía estabamos en el bar
así que le digo de ir a otro lugar
mientras me abalanzo como un violador
sobre su presa inmóvil, agazapada
pasé mi lengua por su oreja y susurré:
“Podemos comprar unas birras y ver qué pasa”          
la asusté y ella dijo que no.

Después, sé que fuimos a la barra
compramos una cerveza a medias
nos dimos un par de besos a escondidas
mis manos se dispararon a lo largo y ancho de su silueta
pero fueron rechazadas por las suyas
me mordió la boca muy fuerte
luego me ayudó a llegar nuestro lugar
y volvimos a sentarnos
volvimos a hablar.

Cuando empezó a contarme de su viejo fallecido
supe que no la iba a poner, al menos no con esa chica
le serví cerveza en un vaso
y yo empecé a tomar de la botella
para ahogar rápido la desdicha
un apagón afectó mi cerebro
estuve en piloto automático
me acuerdo poco del trecho a casa
no fue tan malo…
podría haber despertado en una bañera
llena de hielo...
y sin mi hígado.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Una chica especial

Si bien estoy algo confundido, algo ebrio y nublado
aburrido como un domingo y preocupado como un lunes
murió la intriga, en este día ya sin fecha
sin hora y sin matices.

Ya no hay una chica especial esperándome
para mi suerte y aunque no cambie nada
eso sigue siendo bueno.

Ya no es mi problema
y si me cuesta elegir
es porque todas las chicas especiales son iguales
todas se creen únicas y buscan lo mismo
ropa para el boliche
música hipnótica
calambres en sus vientres blancos y suaves
un celular omnipotente
un café en el centro por la tarde
una boina de lana en invierno
una mini a rayas en verano
un boludo bueno para el hogar
una poronga de oro para el asensor.

Chica especial, no sos nada especial
sos más carne y hueso que nadie
y en vos hay retazos de una sociedad
hecha mierda, destripada y revivida cada día
en vos hay conformismo
disfrazado de optimismo.

Un mero envase vacío que nunca va a llenarse
salida del mismo molde y escupida al mundo
por la concha de tu madre
esa vieja puta, que alguna vez fue, como vos
una "chica especial".

domingo, 23 de diciembre de 2012

Mater saeva cupidinum (La salvaje madre de cupido)


De las más lindas que tuve
o creí tener…
ella y sus botas negras eran imposibles
nunca me sentí tan humano ante algo
pero toda esa mística
que la perfumó y me tenía ciego
murió con la realidad
no era mía, era de todos
y de nadie.
Es una estratega, calculadora
llega sin avisar y se va sin que la echen...
le gusta estar desnuda en la habitación
matriarca, abeja reina
hace de todo hogar su hogar
con sus ropas ornamentando el suelo
sus “Quereme como soy”
y las llamadas a destiempo
que recibe en su celular.
Sus caderas son como un péndulo al caminar
por eso es elegante hasta para caerse
un lindo lunar grita en su mejilla...
y en su pecho descansan mil ilusiones
de miles que murieron de amor
y logra tapar con el hervor de su cuerpo
lo frío de su mente.
Sumisa y cariñosa en la cama
clava sus uñas
aprieta con sus piernas
sus mimos son crueles
succiona cerebros y los escupe
los pisa y se va
la culpa no rige sobre ella
nada lo hace.
No hace falta que vuelvas nena
pero al menos devolveme el alma.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Un perro muerto en el centro de la ciudad

Pequeña bestia, sos más noble que cualquier rey o reina
vos que ladrás y corrés tras un auto
tu búsqueda es la más sincera y humana
aunque no tenga sentido
y tal vez sea por eso.

Los egipcios lo sabían, los chinos y los mayas también
hoy falta el alma y sobran los boludos
pero eso no es lo injusto
eso siempre fue así, en menor o mayor medida
lo injusto es verte morir bajo las ruedas móviles
de un idiota que no te vio
al que le importaste poco y nada
un idiota que ignora los frenos
cuya prima es el tiempo
y encuentra en el perdón de un dios de cartón
el alivio de algo que es imperdonable.

Si tuviese que comer yo, te daría de comer a vos
lo merecés más que todos los pobres y linyeras.



martes, 18 de diciembre de 2012

Planes frustrados


 Eran las tres de la mañana y una luz tenue pintaba las paredes de la habitación del departamento 9B de rojo. Joaquin miraba a su novia Elena practicarle sexo oral y mantenía toda su concentración en el acto, como si afuera no hiciese calor, como si los chinos hubiesen dejado de reproducirse. Elena vivía sola en el centro en ese departamento, estudiaba en la ciudad, pero era de Salta, Joaquín en cambio era un riojano de barrio que creía que por haber leído un par de libros de Borges podía caminar sobre el agua.
Ella levantaba un poco su cabeza, abría los ojos, lo miraba y sonreía aún con el catzo en la boca y el parecía inmolarse del placer, al punto de que sus dedos y las sabanas se hacían uno, al mismo tiempo, sus piernas se estiraban hasta que sus pies llegaban a rebasar los bordes de la cama.

-Estás golosa esta noche, ¿eh?-
-La concha de tu madre Joaquín- dijo Elena después de levantarse y secar con su antebrazo la saliva y alguna que otra gota de semen precoz- no soy una de esas negritas putas que te cogías.-
-Al menos esas locas no arruinaban este tipo de momentos- Replicó Joaquín, como murmurando y como arrepintiéndose a medida que cada letra era expelida por su voz, pero luego pensaría “¿qué más da?”.
-No puedo creer que estuve chupando la pija de un tipo tan pelotudo, mis amigas tenían razón.-
-Tus amigas, ellas siempre tienen razón -Dijo molesto- si vivieras más como vos y menos como ellas te tragarías la leche con una sonrisa y esto marcharía bárbaro.-
-¡Acabás de arruinar un mes hermoso de noviazgo!- Gritó ella con gestos de discurso hitlerianos- esto hubiese andado bárbaro si te hubieses preocupado más por mí y menos por los tratos que recibe tu poronga.-
-Pero nena, lo que decís no tiene lógica, mi amigo me importa mucho más que el puto mes de noviazgo pedorro que llevamos o de lo que te puedan importar a vos tus amigas y lo que creen- Joaquín ya comenzaba a vestirse, aunque no encontraba su remera.
-¡Claro! vos sabés todo, hasta lo que las chicas creen, porque sos un trotamundos de 21 años- Elena ya tenía su ropa interior puesta e iba por sus pantalones, que estaban al otro lado de la cama.
-No sé si todo, pero se cómo se manejan y las reglas pelotudas que se ponen, como si la vida fuese un capítulo de rebelde way para mayores de 18- Joaquín estaba ya a medio vestir, aun sin encontrar su remera- Y no me mires con esa cara, porque sabés bien a qué me refiero.-
-No, claro que no sé, no leí tantos libros como vos, así que a ver decime como nos manejamos- Elena se paró y caminó a la puerta de la habitación, dio media vuelta y volvió a mirar a Joaquín para escuchar su respuesta.
-Esa puta manía de putas, de garcharse a cualquier desconocido que les parezca atractivo cuando están solas o todo va para atrás con sus parejas y de entregarse enteras, pero cuando un pibe les gusta en serio se guardan de él y para él, ¡eso no tiene lógica! ¡si vas a ser puta que sea de la pieza para adentro!

Elena quebró en llanto, Joaquín seguía sin encontrar su remera.

-Coger y lo que está relacionado con eso es todo lo que te importa- Las lágrimas que bajaban por las mejillas del lindo rostro de Elena y se metían a su boca, sumado a los espasmos del llanto, hacían que sus palabras se cortaran en saltos similares al hipo.
-No es eso nena- Dijo certero- coger no es más que pasar un buen rato, y vos no hacés pasar un buen rato, vos pensás que una novia tiene que ser necesariamente una esposa. Me voy.-

Joaquín empezó a caminar sin su remera. Ya ni esperaba que ella corriera para pararlo; eso tampoco pasaría, era su primera pelea y la última.
Pensar en ella, desde que cruzó esa puerta, despertaría en él cierta sensación nostálgica (amarga como el tabaco) y quimérica. En su cabeza no dejaba de preguntarse “¿Cómo puede una chica tan linda ser tan mala o mezquina en la cama? Encima con su novio”. En el camino a casa repetiría varias veces que “son todas iguales” o “no, no son iguales, ¡una es peor que la otra!” como quien habla solo o con fantasmas mientras camina. 
Llegó a su casa, encontró milanesas frías en la heladera, las mandó al microondas, mientras se calentaban preparó un plato y cubiertos; comió, luego se sentó a ver la tv, abrió una cerveza y él solo vivió feliz, pero nada dura para siempre, ni las botellas, ni las negritas putas del barrio.

Catalina


Primero un pié, luego el otro
pausado y levantando el traste
casi a la altura de su mentón
así caminaba Catalina
como con sigilo
Trabajaba en un local del centro
por obligación usaba pantalón de vestir
una camisa transparente 
enmarcaba sus abultadas tetas
lindas tetas para una petiza
Catalina no daría un centavo por mi
nunca tendría que hacerlo
ni me conocía
y yo choqué mi auto por verla a ella
ironía expresa
un bollo en el capó
Me enredé a los sopapos
con el grandote del auto de adelante
perdí…
y todo por Catalina
y sus tetas y su culo
que no son más que un buen par de tetas
y un buen culo
ni las tetas más grandes
ni el mejor orto de la provincia
No dejo de culparla
y hasta pienso seriamente
en pedirle que me de una mano
para pagar el arreglo del auto
Existen las minas malas
pero ninguna como Catalina.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Ruina


No importa que tan cerca
o que tan lejos lleguen las luces
ya no pasan por casa
desde que ella se fue
y aunque ya no la piense tanto
todavía no volví a dormir como antes
por esa puta costumbre
de tener un cuerpo ajeno 
regalando calor a mi lado
aunque no sea el suyo
y sin necesitarlo.
No habíamos ni llegado a querernos del todo.
Puta ambición hedonista
de domingos nublados en casa
de películas malas
música tenue, mates y porros
te fuiste como el día en invierno

sábado, 8 de diciembre de 2012

Cosas que pasan



Noche desastrosa y frustrante si las hubo, fue esa del recital de Horcas en Belén, un pueblito de Catamarca, allá por el año 2008. Una jauría de casas apiladas en un par de barrios rodeados o acorralados a su vez por montañas patoteras, un lugar sometido a las inclemencias del clima veraniego hostil que afecta a todo el noroeste de nuestro país, un calor del orto, solo de día, de noche corre un viento frío también del orto.

Una de mis bandas favoritas en ese entonces tocaba ahí y fue el motivo principal del viaje que emprendí con un amigo, Sebastián Ferro hasta el ya mencionado pueblo en pleno enero. Fue un buen festival, hubo más bandas, como Karma Sudaca de Tucumán, una de Córdoba de la cual no recuerdo nombre y después de Horcas cerraría Carajo. Además, no solo el predio dónde se daba el recital era bueno, al pie de una montaña, con un campo verde amplio listo para ser decorado por los cientos de cuerpos borrachos que se verían luego postrados sobre el, también había como cinco o seis kioscos en las cercanías o al menos desde el camino desde el hotelcito en el que paramos hasta el lugar y todos y cada uno de esos almacenes te vendían la cerveza a precios por demás rentables, $5 la Bud o la Quilmes, fría como verdugo y como si no fuese lo suficiente barata agregaban promociones de 3x2 tentadoras, nosotros fuimos comprando a medida que nos acercábamos charlando tranquilamente, hacía muchísimo calor y la cerveza era como agua bendita al hielo.  No solo aprovechamos para ver un poco el panorama, también fuimos sumando soldados a lo que luego sería una tropa. Primero nos encontramos con Renzo, un pibe que conocía de algunos recitales en La Rioja por otro amigo, un flaco mas o menos de mi estatura y con pelo claro, sin llegar a ser rubio; compró una promo y se nos acercó, lo aceptamos y seguimos. En el próximo almacén hicieron lo mismo dos hermanos de Comodoro Rivadavia, Chubut, y en el siguiente nos sumaríamos a su viejo, primos y Ale, un pibe de la capital de Catamarca que también frecuentaba seguido mi provincia.

No eran ni las siete de la tarde y yo ya estaba absolutamente ebrio, al igual que Sebas y los otros soldados de la tropa, cruzados y felices caminando juntos hasta la puerta del lugar, o mejor dicho, hasta el almacén que estaba en frente de esa puerta. Teníamos tiempo para seguir alimentando nuestra borrachera, el recital largaba a las nueve, así que eso hicimos. Luego, la noche dejaría un saldo de $150 gastados por mi parte y $170 por parte de Sebastián, absolutamente todo en promos de birra afuera y adentro del lugar (si, adentro también las vendían) y un par de choris antes de entrar, esos comerciantes despiadados del pueblo con sus promos hacían sentir a los metaleros como a un montón de rubias en el shopping.

Cuando ya era hora de entrar nos encontramos con un grupo de cuatro mujeres, un oasis en un desierto de gordos peludos y barderos; nos hicimos sus amigos y estuvimos juntos adentro, una de ellas prendió un porro y lo pasó. No me acuerdo mucho de lo que hice en ese recital, solo sé de algunas escenas entre cortadas, como la de Sebas cargando a Renzo en sus hombros y como a pesar de tambalearse de forma exagerada no se cayeron, me acuerdo de como sacaban fotos y filmaban a las bandas los hermanos sureños, de como Renzo bardeaba a una gordita rubia, la cual terminó llevando a la montaña de un momento al otro y que tipo cuatro de la mañana terminó de tocar Horcas, yo había dejado de tomar, ya no podía más, estaba rebalsado de cerveza, temía que me saltara por los ojos si llegaba a tomar otra.

Sé que le dije un par de cosas indecentes al oído a una mina, cosa que me valió un empujón y sé que después terminé a los besos con otra al costado de los baños  químicos, pero ya estaba por largar Carajo, a ella le gustaba, a mi amigo y a mi no. Sebas estaba muy ebrio, demasiado ebrio y apenas se mantenía en pie, tenía que llevarlo, así que le dije a esa loca, cuyo nombre no recuerdo, como llegar a nuestra pocilga alquilada, desde el hotel seguro se escucharía todo y al terminar Carajo, yo saldría a la vereda a esperarla, el plan estaba hecho. De ella si recuerdo que era de la capital y que tenía un alto naso, lo que no la hacía fea, todo lo contrario, le quedaba bien, además tenía una buena silueta, la cual vestía con una onda hard-core.

Cargué el brazo izquierdo de mi amigo a mi hombro (el debe ser unos 10 centímetros más alto que yo y para ese entonces estaba bastante fuera de forma) e intenté arrastrarlo por el mar de cuerpos desmallados que habían dejado el alcohol a precios baratos y el pogo violento de Horcas, lo más difícil llegaba después, cuadra y media cuesta arriba cargándolo y otras tres niveladas; era un costal de papas enojado, bardeando al que se le cruzara y hablándole a toda mujer de forma despectiva como si lo mereciese; hasta que llegamos al hotel, lo dejé apoyado a la pared al lado de la puerta mientras la abría y luego lo arrastré hasta adentro tomándolo de una pierna como a un cadáver, lo dejé al lado de la cama, le prendí el ventilador y me metí al baño a darme una ducha. Al salir, pude ver que estaba ya sobre su cama. Nuestro cuarto era chico y su baño lo era aun más, teníamos una cama para cada uno, un ventilador de techo que parecía ser movido por una turbina industrial, más por el sonido que por lo que generaba y un televisor con cable, teníamos la suite presidencial en Belén.

Duchado, vestido y ya casi sobrio, salí a comprar a una estación de servicio a un par de cuadras mientras escuchaba como sonaba Carajo de fondo. Las calles estaban totalmente oscuras y despobladas, como si hubiese pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien las pisaba. Llegué a la estación, caribajo, tenía cara de ebrio aun, aunque ya no me sentía así, pedí chicles, forros, una coca-cola y un paquete de cigarrillos, salí del lugar, prendí un cigarrillo y volví a caminar, la gente grande del lugar ya salía a estirar las piernas o tal vez estaban desvelados, porque el recital parecía escucharse en todo el pueblo, por momentos me sentí un invasor.

Me senté a esperar en la vereda oscura del hotel a que terminara de tocar Carajo y no tuve que hacerlo por más de 10 minutos, caminé calle abajo para hacer más corta la espera y me encontré con ella, nos dimos un par de besos mientras volvíamos al hotel, la hice entrar y mi amigo, quien al parecer se había duchado para acostarse, había olvidado vestirse o taparse con una sabana, solo estaba estirado, ocupando toda la cama en pelotas. Ella tapó su boca para no gritar y yo le dije con toda tranquilidad: “Vení, vamos al baño”. En el baño, nos encontraríamos con el vómito de Sebas, que pintó el lavamanos, el inodoro que estaba pegado a el y se escurría por la rejilla bajo la ducha. Salimos los dos del hotel asqueados, vomitó ella, vomité yo y nos despedimos.

Al otro día, la resaca era como un policía interrogándonos de manera violenta la cabeza todo el tiempo, fuimos a la terminal, sacamos los pasajes de Belén a Aimogasta, desde ahí pasamos a la capital y todo volvió a ser como antes de irnos, solo que nosotros teníamos menos hígado para afrontarlo. Queda en quien lee encontrar una moraleja, yo no la encontré nunca.           

jueves, 6 de diciembre de 2012

La primera vez




Hoy cruzamos la puerta del cuarto juntos por última vez. Cogimos y nos pusimos a hablar, yo en mi lado, ella en el suyo. 

-No siento lo mismo que vos. 
-Si se, y te voy a esperar, ¿te acordás?– Dijo mirándome con los ojos bien abiertos.
-No quiero, esto no da para más. Venís esperando mucho, pero todo esto, sinceramente, me parece una mentira y hasta siento que estoy atado solo porque vos estás esperando– Fueron las palabras definitivas. 

Nunca le había cortado a nadie, mis relaciones "serias" por lo general tenían este aspecto de diapositivas con fotos a revelar y justamente, antes de que el rollo sea revelado, podías ver claramente que cada imagen conducía al mismo lugar de siempre, una chica enojada leyendo mi sentencia, yo reconociendo mi error y aceptando la soledad. Mi falta de interés en todo el asunto llegaba a causarme pena, al punto de culparme por algo de lo que no tenía culpa alguna, no era para mi, o al menos a mi no me gustaba, aunque me esforzara. 

Gritó, lloró, y luego golpeó mi pecho con la base de sus puños, como a una puerta que se cierra injustamente en su rostro.
-¿Por qué carajo no podés estar conmigo y sentir por mí lo que siento por vos? ¡Hijo de puta! –Empezó murmurando y terminó gritando, mientras se dejaba caer sentada bruscamente sobre la cama.
El silencio me consumió como a un pucho, como cada vez que no sabía que decirle cuando me preguntaba por alguna chica que me saludaba con una sonrisa rara en la calle o que frecuentaba mi celular con mensajes de texto y llamadas. 
Solo atiné a mirarla mirándome, odiándome, quería cagarme a palos; tal vez quería morderme, prenderme fuego o torturarme con electroshock en las bolas.
-Llevame a casa –habló su boca en tono quebrado y frágil, como si tuviese frío.
Me levanté, intenté ayudarla a levantarse, golpeó mi mano con su mano y un anillo de proporciones épicas que tenía en el dedo menos amistoso le dio con todo a la uña de mi dedo índice. Me hice a un lado y la dejé pasar, mientras la puteaba para mis adentros.
Solíamos cruzar esa puerta juntos, ella abrazaba mi torso, a la vez dejaba que el perfil de su rostro se apoye en mi buzarda.
El panorama era distinto esta vez, cruzó ella primero y yo después, el momento me resultó hilarante. Fue como un vistazo de último adiós a su espalda.

Ya en el auto, fijó su mirada hacia delante. Puse algo de música para acompañar el momento, Aerosmith, si mal no recuerdo. Era un viaje de 15 a 20 minutos y hacía calor. No debería haberle preguntado “¿estás bien?” pero lo hice, soy un caballero después de todo, ella se limitó a guardar silencio seco haciendo obvia su respuesta.
No pude encontrar entre las caras de la gente que caminaba por el centro de la ciudad una cara tan triste como la suya, o como la mía. Estaba dejando un mundo de comodidades y compañía de lado. Llegamos a su casa y no me dijo nada, solo me miró fijamente por 2 segundos, y se bajó agarrando su pecho, como ayudándose a sí misma a guardar la compostura.
Sin parecerse ni por cerca a lo que venden las películas esa fue la primera vez que yo dejaba a alguien, en ese entonces la única que aseguraba amarme y no creo que hasta ahora alguien me haya amado como ella decía hacerlo; se bancó muchas cosas y la peleó hasta donde pudo, pero no se puede ganarle a la conciencia y yo sabía que no iba a ningún lado. Nunca fui de los que aguantan por aguantar, solo porque es la mejor opción, me arrepiento de haberlo hecho en esa ocasión. 
Decidí perderlo todo esa tarde, porque para mí no era nada. Perderla a ella, que se regalaba a mí por completo y sin medidas, mientras yo me regalaba a todas por igual.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Domingo


Estábamos los dos abrazados en la cama 
en bolas viendo el partido, como nunca
de repente, mientras Boca atacaba
un remate de media distancia del "Pochi" rebotó en un defensor
complicó al arquero de San Lorenzo y la pelota entró.
-Uh, qué golazo!- Dijo ella emocionada, como si entendiese
-Sí, golazo!- repliqué yo, alegre por el gol y algo extrañado
Me dio mucha ternura su comentario, ternura infantil e inocente.
Besé su cabeza mientras miraba la repetición y posé mi mano derecha sobre su culo.

Hígado en huelga




No me tiene nada contento
el vómito de raro color 
que sale de mi boca
violentamente, a chorros
me siento una manguera humana.
El dolor de cabeza es insoportable
no quiero cerrar los ojos
no podría volver a abrirlos
y la luz es todo lo que tengo
cuando ni mi cuerpo se siente mío.
El amor, el odio, el sida en África
los abogados penales y la mierda
importan tan poco ahora mismo
el vómito me inunda
mi garganta arde
esto no es el cielo
y ciertamente me preocupa
que no sea el infierno
La miel no es para los gatos
me decía una tía de pibe.

Bien muerto




Mentime desnuda en la cama
al oído y cálidamente
decime que te vas y no volvés
pero no me digas que no queda más
en esa bolsa.
Nos mentimos tanto y tantas veces
el uno al otro
que ya no podemos ni vernos
sin que me reproches mil boludeces
o sin que te las retruque.
Los vicios nos defineron
nos enterraron y nos separaron
tu vicio era mentir y no creer
el mío vivir, aún sin ganas de verte.
Buena y consecuente
como salida de un tango
repugnante cuando el odio te tomaba
como gotas de vino barato en una herida
o un animal que perdió la vida
en la ruta más oscura y desolada
hace más de una semana.

Estar vivo es muy barato

solo eso...